El piloto varado en el desierto y el Pequeño Príncipe se enfrentan a nuevas situaciones, menos metafóricas y más mundanas. Escalofriantemente mundanas. Si bien las primeras viñetas ofrecen imágenes de la obra tal y como la conocemos, al pasar las páginas vamos encontrando una nueva visión, mucho menos amable, de la historia. El Piloto y El Principito se enfrentan a seres que representan al imperialismo y a la sociedad de consumo, con la guerra y la muerte como única política válida.
Su desventaja es evidente y tras ser apresados, sólo uno logra llegar con vida a la cárcel, aunque esto no evita que el sobreviviente sea ayudado por la presencia espiritual de sus amigos, lo que recupera la esencia de la obra original, que demuestra que la libertad es un sueño que puede alcanzarse.
Cabe decir que esta versión de El Principito es una historieta de largo aliento que carece casi en su totalidad de globos de texto.
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